Las expectativas que otros ponen sobre nuestras espaldas pueden ser realmente muy pesadas a veces, aunque por otra parte, pueden resultar elementos propulsores de una mayor productividad en el trabajo o de un rendimiento académico destacado. Para explicar en profundidad cuánto afectan positiva y negativamente lo que otros esperan de ti es preciso que te expliquemos antes y en detalle que es el efecto Pigmalion y cómo puedes sacarle el mayor provecho (hasta la última gota) en tu vida diaria.
¿En qué consiste el efecto Pigmalion?
El famoso efecto Pigmalión del que deseamos hablarte parte de un mito griego. Cuenta una obra del poeta Ovidio que Pigmalión era el apellido de un destacado escultor que, enamorado de su obra llamada Galatea, pide a los dioses del Olimpo que le permitan poder amarla en la vida real. Así fue cómo, según se lee en el mito que lleva el nombre del mencionado escultor, Afrodita concede aquel deseo, convierte a Galatea en mujer de carne y hueso, esta se casa con su flamante creador y tienen a una hija: Pafo.
Metafóricamente, este mito quiere significar que si alguien está convencido de que puede lograr hacer algo, finalmente lo logrará.
El mito se refiere a la confianza en uno mismo, mientras que el efecto Pigmalion en psicología, campo que nos interesa específicamente, nuestros psicólogos en Málaga lo utilizan para tratar el tema de las expectativas (altas o bajas) que otros depositan sobre uno. Por ejemplo: un maestro en su alumno, un padre en un hijo, el líder laboral en uno de los miembros de su equipo de trabajo.
¿Qué significa? Que cuando las expectativas son altas y van acompañadas de ciertos gestos y motivación («creo en ti», «sé que podrás alcanzar el objetivo», «confío en tus habilidades») suele ocurrir que el depositario de aquellas esperanzas o elogios se esfuerza, gana entusiasmo y al fin llega a la meta propuesta.
¿Casualidad o causalidad? ¿Cómo explicarlo? En tales casos se habla más bien de los efectos positivos del efecto Pigmalión. Tiene sentido si se tiene presente que el poder de las expectativas altas es inmenso. La confianza que se transmite de persona a persona genera una sinergia muy poderosa que contribuye a que el alumno, el discípulo, el hijo o el empleado de menor rango se sienta capaz de lograr todo aquello que se proponga. Y que lo logre, por supuesto.
Ahora, ¿qué pasa cuando las expectativas son bajas y hay descreimiento en que la otra persona logrará sus propósitos? Pues bien, ocurre exactamente lo contrario. Cuando un jefe subestima a su subalterno, un maestro descree de las potencialidades de determinado alumno o un padre menosprecia las condiciones físicas o intelectuales de su hijo o hija para hacer alguna tarea, el sujeto menospreciado o del que nada se espera responde a esa especie de mandato teniendo un bajo rendimiento, desaprobando un examen o quedando último en una carrera.
Es decir, cuando alguien que debe confiar en ti te demuestra lo contrario, psicológicamente respondes en sintonía, o sea, «dándole la razón».
¿Mal augurio? Más bien estamos ante una falta de fe en otra persona. Para que se entienda: frente al lado B o costado negativo del efecto Pigmalión. Contrario a los casos anteriores, en tales circunstancias aquel del que nada se espera no es capaz de juntar fuerzas, entusiasmo y recursos para cumplir con su objetivo. Porque ir a contramano de un mundo que no cree en ti es muy duro y solo algunos mortales son capaces de remar a contracorriente. El común de la gente se desanima ante un entorno que le repite hasta el cansancio «no podrás hacerlo».
Efecto Pigmalion y profecia autocumplida: ¿qué tienen en común?
Los investigadores que han dedicado muchos años al estudio pormenorizado del efecto Pigmalión en sus versiones positiva y negativa se refieren a este efecto como a una procecía autocumplida o autocumplidora.
¿Qué significa concretamente? Que las expectativas positivas o negativas transmitidas a un grupo de personas impacta positiva o negativamente (según corresponda) sobre su trabajo, su conducta o su rendimiento académico.
Para ilustrarlo con un ejemplo: cuando un maestro considera que cierto alumno es un alumno sobresaliente o diez genera un clima y promueve las condiciones para que ese niño o niña destaquen, descollen y superen incluso las expectativas. Por el contrario, cuando un docente cree estar a cargo de la peor división, menosprecia a sus alumnos, descree de sus posibilidades de superarse y, en consecuencia e inconscientemente, para que la profecía se cumpla: les enseña poco, mal y a desgano, por lo que el rendimiento académico del grupo no pasa de ser regular y el alumnado es calificado de mediocre.
Para revertir el efecto de la profecía autocumplida se han hecho experimentos muy interesantes que evidencian nada menos que el peso específico de las expectativas. El primero (trabajo pionero) fue llevado a cabo por el psicólogo Robert Rosenthal en los `60. Tenía por objetivo evaluar cómo las expectativas modificaban la realidad y lo hizo con creces. ¿En qué consistió?
En un contexto educativo se comunicó a un grupo de docentes que durante ese ciclo escolar estarían a cargo de un grupo de alumnos con un bajo nivel de inteligencia (de acuerdo con los resultados de un test de inteligencia que se les habría hecho previamente). A fin de año los mismos maestros evaluaron que en efecto habían instruido a un grupo de retrasados cuando en realidad se trataba de un grupo de nivel normal de inteligencia. Rosenthal alegó entonces que los docentes se habían dejado llevar por sus creencias y que, en consecuencia, habían actuado frente a sus alumnos con prejuicios confirmando la profecía de que sería un año difícil a cargo de un grupo difícil.
¿Qué nos enseña este experimento que tiene plena vigencia en la actualidad? Que «etiquetar» o rotular a las personas sin antes conocerlas realmente afecta de forma muy negativa a aquellos depositarios de esas etiquetas o rótulos. Ello se aplica al ámbito educativo, laboral o social.
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RESERVAR CITAElementos que intervienen en el denominado efecto Pigmalión
Los factores que influyen en el efecto Pigmalion según Rosenthal, que como ya dijimos fue uno de los primeros estudiosos que se dedicaron a investigar el efecto Pigmalión desde la teoría de la profecía autocumplida o autocumplidora, son cuatro. Definiremos cada uno de ellos a continuación:
1. Clima. Los jefes, maestros o padres se comportan de manera particular frente a ese empleado, alumno o hijo del que más esperan. Es decir, las altas expectativas o creencias positivas acerca de una persona tienden a provocar un clima de trabajo, aúlico (dentro del aula) o doméstico (en casa) más cálido, protector o facilitador de trabajos, aprendizajes o conductas. Ello explicaría, en parte, por qué ese empleado, alumno o hijo percibe la confianza suficiente para creerse capaz de alcanzar determinado objetivo y finalmente lograrlo.
2. Factor input. Las expectativas altas de un líder, un docente o una madre los llevan a dedicar más tiempo y a invertir más energía en aquellos individuos en los que depositan su confianza o esperanza. Por el contrario, a dedicar menos tiempo y esfuerzo en aquellos sujetos a los que no creen capaces. Este sería uno de los motivos por los cuales quienes superan las expectativas de sus superiores alcanzan sus propósitos y aquellos que están «por debajo de la vara» de sus superiores no alcanzan sus metas y, como en un círculo vicioso, cada vez se espera menos de ellos.
3. Oportunidad de respuesta. Este concepto se explica mejor con un ejemplo. La maestra hace una pregunta difícil y le da la posibilidad de responder a su mejor alumna. Confirma así que ella es quien más sabe y confirma su rol de niña prodigio. En una empresa, el jefe exigente demanda los trabajos más complicados a aquellos empleados a los que cree más comprometidos y a los que desea ver llegar más alto. No significa que sean los únicos capaces de realizar determinada tarea, pero al resto no les brindan las mismas oportunidades de responer a su demanda.
4. Efecto feedback. Se brinda mayor reconocimiento positivo cuanto más altas son las expectativas que alguien deposita en otra persona. Es decir, un padre de varios hijos elogia siempre al hijo con el que más afinidad tiene. Así también el líder laboral destaca siempre las tareas bien hechas de aquellos empleados que le resultan más cercanos. No quiere decir que el resto del personal no haga bien su tarea; simplemente destaca o hace brillar aquellas labores realizadas por determinadas personas (esas en las que deposita sus expectativas).
Ahora que sabes en detalle qué es el efecto Pigmalión, sabrás de sobra cómo minimizar sus efectos negativos tanto en tu vida personal como en el ámbito profesional. Ya conoces bien cómo manejarte en un mundo en el que, muchas veces los prejuicios, las habladurías y las apariencias obturan el ojo de quien tienes frente a ti. ¡Ánimo! Cuentas con las herramientas psicológicas y los recursos emocionales necesarios para sortear toda clase de obstáculos y utilizar este concepto a tu favor. ¡Haz uso de ellos ya!
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Alejandra Hernández -psicóloga sanitaria, sexóloga, terapeuta EMDR, terapeuta Sensoriomotriz y terapia de sandplay – dirige los centros Hernández Psicólogos de Marbella, Fuengirola y Málaga donde ha seleccionado a excelentes psicólogos en Málaga para obtener el mejor equipo para la atención a personas en el área del bienestar y la salud mental.
Hola, me ha fascinado este articulo. Pensar que una frase o palabra puede hundir o salvar el autoestima de alguien, tomar conciencia de que cada uno tenemos la responsabkdad de medir lo que vamos a decir y el efecto que provocara es importante antes de hablar.
Excelente el apoyo que brindan, sigan así construyendo un mundo mejor.